Ponedoras mentirosas

Distinguimos las gallinas ponedoras de las gallinas mentirosas o que no ponen, este proceso nos puede acarear una serie de ventajas como pueden ser:
  • Reducción del coste de la alimentación.
  • Se eliminan las fuentes potenciales de enfermedad.
  • Aumenta el espacio vital para las gallinas productivas.
  • Aumenta el espacio de alimentación y de bebida para las gallinas productivas.
  • Mejora el promedio de puestas.
El sacrificio selectivo o eliminación de las gallinas no eficientes económicamente es un proceso en curso que supone eliminar las aves lesionadas o enfermas siempre que se descubra alguna en nuestro gallinero. Es un proceso periódico de determinar si una gallina está poniendo o no y determinar a continuación cuánto tiempo ha estado sin producir. En el momento en el que nuestras gallinas lleguen al punto de producción máxima hacia las 30 semanas de edad. Un segundo momento para sacrificar es hacia el final del primer año de producción: una buena ponedora pone durante al menos los 12 meses primeros y una perezosa se toma un descanso antes. El peor momento para el sacrificio selectivo es durante la muda de otoño, cuando incluso las mejores ponedoras dejan de poner durante unas pocas semanas.

Criterios para realizar un sacrificio selectivo fijarse en el comportamiento general de cada gallina, una buena ponedora es activa y vigilante, mientras que una gallina que pone poco tiende a ser perezosa y apática.

Detalles a comparar:
  • Las plumas de una buena ponedora están gastadas, sucias y rotas, mientras que las de una mala ponedora se ven pulcras y brillantes.
  • La piel de una buena ponedora es elástica y está descolorida. La piel de las malas ponedoras es dura y apretada.
  • La cresta y las barbillas de las buenas ponedoras son grandes, brillantes y cerosas, mientras que las candidatas para el sacrificio selectivo tienen la cresta y las barbillas pequeñas.
  • Las patas de una buena ponedora están bien separadas y colocadas hacia atrás, y sus tarsos son delgados y aplanados. Las malas tienen las patas juntas y colocadas hacia adelante - con menos capacidad para los órganos productores de huevos - y sus tarsos son gruesos y redondeados.
  • Las buenas ponedoras tienen el orificio cloacal grande, húmedo y ovalado, y las malas ponedoras lo tienen apretado, seco y redondeado.
  • El abdomen de una ponedora debe sentirse suave, redondeado y flexible bajo la mano, nunca pequeño y duro, solamente cuando estará duro cuando tenga un huevo.
  • Los huesos pélvicos, el par de huesos puntiagudos situados entre la quilla y el orificio cloacal, deberán tener suficiente espacio entre si para que quepan tres o más de nuestros dedos en la mayoría de las razas, y al menos de dos para las razas pequeñas. En el espacio entre los huesos pélvicos y la quilla deberán caber al menos cuatro dedos, y cuanto mayor sea esta distancia de separación, mejor estará la ponedora. Las malas tienen estos dos espacios apretados y no flexibles.